MI NIÑA AMADA


Las luces azules de su cara
se invitaron a la vida,
como los  árboles aman a su suelo,
como la garganta se agarra a su voz.
Se acunó el añil en mis brazos
encarnándose el amor en la mirada.

Crisálidas de secretos vagabundos.
Zafiros reclamando mis besos.
Espejos concebidos para encontrarse
y perderse en sus márgenes.

Se  fue el azul con el aire
y con el aire se fue mi yo.

En cada palabra escrita duele
el azul ausente,
el que me abandonó por el cielo,
el que congeló mi alma traicionera.

Ahogado en un mar neutro,
en una existencia incolora,
esperaré,
a que el viento recorra mi mente enferma
hasta que llegue la caricia celeste
de la aurora.

Comentarios

Entradas populares