Nunca imaginé.
Yo nunca me imaginé que acabaría
por deberte tanto, jamás te vi como el ángel que ahora veo, jamás escuché tu nombre
a pesar de que ya estabas ahí, desde siempre, y a pesar de que tu risa ya
inundaba los pasillos y tus lágrimas eran incapaces de permanecer contigo
cuando yo lloraba en esos sillones de las salas de espera. No, no fui capaz de
verte, ni de escucharte, pero hoy tengo tiempo para ti. Sí, hoy te has
convertido en la música que quiero escuchar una y otra vez hasta aprender tu letra. Hoy, tu trabajo me obliga a pararme para ver tus alas abiertas
sobrevolando la vida y la muerte. Quién te iba a decir a ti que los brazos
saldrían por las ventanas para llevarte por encima del suelo a pesar de tus
alas. Y te veo y lloro contigo. Y te veo y te admiro. Y te veo y me siento
impotente por no poder ofrecerte la mejor armadura, y me indigno por las armas
de papel con las que pretenden que ganes una guerra tan feroz. Lo único que
puedo darte es mi corazón, que es lo más preciado que tengo, para bombear tu
sangre en los momentos en los que no puedas más, para ayudarte a llegar al día
en el que saldrás de tu trinchera para vivir una vida como la de antes. Es
posible que en ese día muchos vuelvan a verte invisible, pero no yo, porque si algo
he aprendido es que los ángeles tienen alma. Por eso, un mero agradecimiento es
demasiado pequeño, más aún sabiendo que a muchos de vosotros os han cortado de
raíz esas alas protectoras bajo las que nos escondemos todos. Valga, al menos,
mi voluntad para no soltarme del hilo que va desde mi balcón hasta ti uniéndonos
como un cordón umbilical. Mil gracias.
Que arte escribiendo, cuanto sentimiento
ResponderEliminarGracias por escribir con tanto sentimiento
ResponderEliminarEres todo corazon, además de transmitir los sentimientos de esa forma tan hermosa, ojalá no olvidemos a la gente que nos cuida y aprendamos todos.
ResponderEliminarTienes un corazón enorme
ResponderEliminar🥺❤️
ResponderEliminarPrecioso, gracias.
ResponderEliminar