Mil colores
Mi palabra
favorita es “esperanza”. Sí, lo sé, no tengo remedio, no creo en la ceguera de
la humanidad. Todos vemos, aunque no queramos ver. Y oímos, aunque no queramos
tampoco oír. Parece que tratamos de racionalizarlo
todo siempre con los mismos filtros y que por eso nos equivocamos una y otra
vez. El que tiene un filtro verde todo lo ve verde y el que lo tiene rojo, o
azul, todo lo ve como quiere verlo. En cierta forma es más fácil no salirse del
filtro detrás del que llevamos escondidos toda la vida. Y no solo nuestro cerebro
trata de reconducir nuestra mirada siempre de la misma forma, sino que además
se empeña en enfrentarnos al que tiene otro color delante de sus ojos. Y
entonces por qué “esperanza” si, aunque no estamos ciegos, el conformismo
parece que no nos deja ver la grandeza que puede haber más allá de lo que
pintamos delante. Pues porque si, en vez de mirar fuera y usar la razón para
comprenderlo todo, miramos dentro, todos vemos la misma oscuridad porque todos
estamos llenos de miedos e incertidumbres. Y ese negro, que nos iguala, debe ser el
punto de partida para empezar de nuevo. Es desde ahí, desde el corazón, dónde
tenemos que empezar a construir un mundo nuevo porque todavía estamos a tiempo
de ser capaces de mirar y ver con todos los colores posibles. En el fondo sabemos
que la belleza no puede acotarse. Es libre. Una rosa no es bella porque sea
roja, es bella porque es una rosa. En realidad, muchas de las cosas que nuestro
cerebro reconduce no necesitan ser reconducidas porque sencillamente son como
son. Tratamos de hacerlo todo subjetivo restando valor a lo que es objetivo sin más. Ayudar
a alguien es bello y eso no puede verse de ninguna manera. No depende de quién
ayude, no es bello porque el que ayude lo vea todo verde, o rojo, o azul. Lo es
porque alguien, sea quien sea, pensó en el otro desde el corazón.
Espero, sí. No
he perdido la fe en las personas. Es imposible vivir sin ver la grandeza en el
otro. Vivir así es muy limitado y muestra un grado de ignorancia muy alto. En cierta
forma, lo fácil nos permitiría construir valores que no son patrimonio de nadie.
Y lo fácil no es otra cosa que poner nuestra cabeza al servicio del corazón.
José
Luis Morera.
La esperanza no debemos perderla, por suerte hay personas como tú.
ResponderEliminar