Carta de amor.
A estas alturas no puedo esperar nada nuevo de ti. Ya
sabemos lo que podemos dar. Sería absurdo pretender más, entre otras cosas
porque no hay más. Te conozco al detalle. Yo, tampoco doy más de sí. Por tanto,
qué vida nos espera a partir de ahora. Quizás el secreto está en no buscar nada
que pueda sorprendernos. Me pregunto si
será suficiente con sentir que formas parte de mi como un órgano vital que me
permite respirar, o si haber entendido que nada tendría sentido si no te
tuviera cerca es una red fuerte en la que protegernos mañana, o si soñar
incluyéndote en mis sueños es indicio de algo importante. Doy fe del ayer y del
ahora, lo que está por llegar se escapa. Sin embargo, no me imagino sin
quererte con la misma fuerza con la que te quiero en este instante. No sé, si
imaginarte a mi lado acompañándome en mis años, es un ejercicio atrevido, pero
en cualquier caso más difícil me resulta imaginar el no poder sentir la unión
de nuestras almas, el cómo ellas hacen el amor mientras nosotros dormimos, carecer
de la protección invisible que vamos tejiendo en silencio. Es cierto, que no
tengo mucho más para ofrecerte, pero me consuela haberte entregado mi vida
entera. No pretendo desanimarte. No quiero que pienses que puede haber algún
atisbo de final en mis letras. No. Al contrario. Solo me gustaría que tuvieras
claro que aun siendo tan solo yo, seguiré estando a tu lado en los noviembres
que están por llegar. Quizás no sea suficiente. En realidad, tengo la certeza
de que no lo es, pero ese estar junto a ti incluye también el compromiso de
hacerte reír alguna vez, de abrazarte cada día y de respetarte por encima de
todas las cosas. Lo sé, sigue siendo poco, pero se entiende que, además, tengo
la intención de seguir queriéndote como hoy te quiero.
Comentarios
Publicar un comentario