HE SALIDO DE NUEVO
He salido de
nuevo.
Estoy mirando
a la gente. Salir tres veces seguidas no es ningún logro. Simplemente he
salido. No hay que darle más vueltas. Todo sigue estando en su sitio. En las
contadas veces que la calle me ha acompañado en este último mes me había
limitado a eso, a llenar los pulmones de un aire diferente al que respiro entre
mis cuatro paredes. Hoy, además, estoy mirando a la gente. Sobre todo a los que
no se parecen a mí, a los que transmiten una especie de luz invisible que los envuelve.
Para mi sorpresa hay muchos. Si te pones a mirar ves. La risa de los niños, el
beso de una pareja joven, el caminar lento y seguro de un anciano abriéndose camino
con su bastón, la luz de la ciudad y de las cosas, las flores. ¿Por qué
yo? Porque la vida me eligió para estar
en la tristeza, en las cosas insulsas, en la ausencia de
color, en el conformismo. Podría decir que mirar a la gente alegre me
transporta al otro lado, pero no. Ojalá, pudiera contagiarme de lo que veo,
pero no. Todavía no, pero cada luz me permite ver mi decadencia y me hace
cuestionar si alguna vez podré ser acreedor de las miradas de otros. Me miro y
soy una caricatura. Sin embargo, a pesar de mi esplendor en
tiempos pasados no quiero ser igual que aquel. Si la calle me permite
mirar no es para volver, es para crecer. Necesito agarrarme a la luz de esta
gente para encontrar mi propia luz. Tiene que estar. Llevo tanto tiempo muerto que más que lamentarme por los tres euros que me quedan
tengo que dar las gracias por los tres euros que me quedan. Algo tiene que
cambiar. De hecho ya ha cambiado, he salido de nuevo y soy capaz de mirar a
otros. He dejado de mirarme a mí mismo. Mañana volveré a salir y pediré ayuda.
Sí señor, mañana seré el mismo tipo de hoy, un tipo sin color, pero voy a salir
de nuevo.
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