HE SALIDO DOS VECES
Plantado en el
suelo, con mis omoplatos ya en el fondo, quizás un bulto por debajo del cuello
de tanto agachar la cabeza, mi mano izquierda sin fuerzas para despegarse de mi
cuerpo, la mano derecha medio extendida agarrando mis últimos cinco euros. Es
día diez. No tengo nada más, o bueno sí, un tiempo infinito para mirar ese
billete. Detrás de mí, mi casa. Esa que realmente ya no es mía. Hace meses dejé
de sentir la responsabilidad de pagarla porque tenía que pagar el pan y la
leche, la fruta picada vendida a pocos minutos de cerrar la frutería y un poco
de jabón y la peor pasta de dientes.
Afortunadamente vivo solo. Llevo dos años recordando los tiempos en los que
trabajaba. Me aferro a todas las cosas que hacía para justificar que no soy un
abandonado que ni siquiera quiere salir de casa. No son los recursos que me
faltan, soy yo. Lo sé. No quiero poner un pie en la mañana, prefiero esconderme
en las paredes de la casa de la que pronto me sacaran sin resistencia. Quizás
surja algo que no dependa de mí ahí fuera que cambie el devenir del desenlace.
Estoy harto de tener que intervenir en todo lo que me pasa. Si no salgo ¿Cuánto
tiempo tardaran en sacarme con los pies por delante?. Algún día como hoy tengo
el suficiente atrevimiento para aguantar el aíre de la bahía. El frío me dejará
helado y entonces tendré la excusa perfecta para volver pronto. Qué fácil el
que me juzga por ser un vago, sobre todo
si no está acompañado por la soledad de cinco euros. Es el segundo día seguido
que salgo en la semana. Me estaré recuperando. ¿Saldré mañana?. Me quedará aún
mi billete o comeré algo. De lo que sí estoy seguro es que vendrá el pelirrojo
del banco. Es íntimo. Es lo más parecido a un amigo. Me pide pero también me
escucha. Bueno más bien me escucha poco. Por eso digo que es lo más parecido. No
sé si esto es un final. Podría serlo, pero he salido dos días seguidos. ¡Qué
extraño!.
así es hermano...ya resulta raro hasta salir a la calle
ResponderEliminarHermano, ese es el tema, que por mucho que queramos escondernos no tenemos más remedio que vivir. Y para vivir hay que buscar más allá de uno mismo, cuando uno mismo no es lo suficientemente fuerte para ello.
ResponderEliminar