VIENTO


El aleteo del viento
entró entre las manos fundidas
y logró separar nuestras almas.
El sonido de las dagas lanzadas
abandonó la calma
y las heridas hicieron correr
la sangre contenida.
Se desbordó con fuerza
el rio antes tranquilo
en el que nos sentábamos a mirarnos
cuando nuestra voz era un verdadero descanso.
Se fueron volando
las blancas mariposas
a buscar otros corazones
libres de tanto daño.
La tierra negra tapa hoy las flores de entonces
Sin que debajo albergue semillas de esperanza
El uno en que nos convertimos
se hace dos
Y las manos soldadas
se separan como virutas
sueltas del tronco
y vuelan tan lejos como el polvo
y el levante.


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