EL MURO


Hasta arriba se eleva haciéndonos invisibles,
a pesar de  que podríamos bien amarnos,
tan solo, porque sí, pretende separarnos,
y mantiene sus piedras del todo impasibles.

Como candados de corazones libres,
llegan hasta el cielo apilados sus cantos,
esperamos, de rodillas, atados y presos.
Sin huecos que permitan que me mires.

Las miradas se pierden por ausentes,
se van lo que podrían ser  mis abrazos,
mi alma anhela ventanas en tu cuerpo,

Mis manos unirse quieren a tu verbo,
buscando agujeros que sean caminos,
caminos eternos hasta ahora inexistentes.


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